domingo, 18 de enero de 2015

EL PASTOR Y EL LOBO



Había una  vez en la cima de la colina un pequeño pastor que pasaba todo el tiempo cuidando a sus ovejas y mientras las veía, se le ocurrió hacer una broma a los demás pastores del pueblo para divertirse.
Una mañana se dirigió a lo alto de la colina, donde pastaban sus corderos y se puso a gritar:

- Socorro! ¡El lobo! ¡Viene el lobo! Ayuda! 

Entonces, los pastores y habitantes del pueblo alertados al oírle gritar desesperado, corrieron a brindarle auxilio, pero al llegar donde él estaba  lo encontraron  acostado tranquilamente bajo la sombra de un árbol riéndose.

 -¿Dónde está el lobo? - le preguntaron al pastorcillo.

 Pero él nuevamente sonriendo les contestó:

 - ¡Ja, ja, ja! que risa me dan ¡No es verdad! Sólo era una broma! Aquí no hay ningún lobo!

Al día siguiente el pastor, con más ganas de seguir diciendo  mentiras para burlarse de los pastores, volvió a la cima de la colina para gritar la misma mentira:

 "¡Socorro, socorro! ¡viene el lobo!" 

Los demás campesinos escuchando los gritos pensaron que podría ser que el pastorcillo se estaba burlando nuevamente de ellos

-¿Será verdad? - Preguntó uno de los pastores.

-No! - contestó el otro pastor- . !Lo que quiere es hacernos correr otra vez para burlarse de nosotros ! replicó el otro pastor.

- Es probable, dijo el otro pastor, pero si es verdad que el lobo se acerca, que hacemos? 


Entonces los campesinos acudieron inmediatamente armados con hachas y palos a la cima de la colina. Sin embargo, se sorprendieron al no encontrar al Lobo, y comprendieron una vez más que les había mentido!  Los pastores indignados, regresaron disgustados al pueblo.

Hasta que un día sucedió lo que se temía. Que el Lobo se apareció esta vez de verdad cerca del rebaño del pastor mentiroso. Es así que pastorcillo mentiroso sintió mucho miedo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar con todas sus fuerzas:

-¡Socorro! ¡Socorro, el lobo quiere matar a mis ovejas! - Por favor, vengan a ayudarme!

Los pastores y habitantes del pueblo lo oyeron, pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensaron en acudir a auxiliarlo. Mientras que el lobo, se abalanzaba sobre sus ovejas comiéndose uno a uno todo el rebaño de ovejas, el pastorcillo mentiroso corría despavorido.


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